Cuando decidimos crear el juego Octopuzz (disponible para iPhone, iPad y dispositivos Android), lo hicimos con varios objetivos en mente. Como no teníamos experiencia en la comercialización de juegos en las tiendas online de Apple y Google, uno de esos objetivos era crear un juego sencillo, que pudiera ser terminado rápidamente y con el que aprender los entresijos de este tipo de negocios.
Pero al mismo tiempo, no queríamos hacer un nuevo clon de Flappy Birds, sino que nuestro juego tenía que tener un cierto fondo educativo. Así que elegimos el clásico juego del 15, lo simplificamos a tres por tres casillas (un puzzle del 8) y modificamos la mecánica de juego para convertirlo en pedagógico, en lugar de un juego de entretenimiento o de reto.
El objetivo pedagógico del juego es el desarrollo en el niño estrategias de resolución de problemas. En particular, conseguir la intuición de la estrategia «divide y vencerás», en la que un problema complejo se resuelve al conseguir reducirlo a otro más sencillo para el que se conoce la solución. Para ello, el juego enfrenta al niño a puzzles de solución cada vez más compleja, comenzando con un puzzle que se resuelve «en un movimiento», luego con otro que se resuelve «en dos movimientos» y así hasta que llegamos a un límite que consideramos de suficiente complejidad para niños de hasta 10-11 años (soluciones en 10 movimientos).
El juego enfrenta al niño con objetivos muy distintos, todos ellos intentando desarrollar sus capacidades lógico-matemáticas y de resolución de problemas:
- El rompecabezas desarrolla la memoria visual y las capacidad de comprender las relaciones espaciales
- Las piezas solamente se pueden mover de una forma muy específica, por lo que el niño aprende la existencia de reglas del juego y la necesidad de establecer una secuencia de movimientos
- Cada vez que se mueve una pieza desaparece una burbuja azul del lado izquierdo del puzzle, por lo que el número de burbujas es importante, un hecho que se refuerza al «romperse» o «terminar» el juego si desaparecen todas las burbujas
- Cada vez que el niño monta un puzzle y aparece el siguiente, el número de burbujas aumenta, se «enciende» una estrella dorada del lado derecho del puzzle, y es más difícil de terminar, pero el número de estrellas doradas es limitado, por lo que el niño aprende que el juego tiene un final que se consigue cuando se encienden todas las estrellas, y rápidamente su objetivo se transforma de resolver un caso, en resolverlos todos
- Normalmente, el juego aumenta la dificultad presentando un puzzle que se resuelve realizando un movimiento que deja el puzzle igual que el caso anterior, por lo que la experimentación y la memoria del niño le ayudarán a resolverlo
- Sin embargo, el juego también puede presentar al niño con un puzzle que no se parece al caso resuelto justo anteriormente, para sacarlo de su «zona de seguridad» y obligarlo a concentrarse y a pensar en estrategias globales, no en simple aprendizaje de secuencias
¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos o sobrinos mientras juegan a Octopuzz?
Lo primero que tenemos que tener claro es la estrategia de resolución de problemas que se usa en este tipo de problemas: si en un rompecabezas de este tipo ordenamos la fila superior y la columna izquierda, hemos reducido el problema a resolver otro puzzle un poco más pequeño, puesto que esa fila y esa columna ya no deben moverse hasta que se alcance la solución final. En Octopuzz, si ordenamos las tres piezas de la fila superior, y luego las dos piezas restantes de la columna izquierda (o al revés, empezamos primero por la columna izquierda), solamente nos quedará ordenar un pequeño cuadrado con tres piezas (más el agujero), que es un problema fácil de resolver.
Lo segundo que tenemos que tener claro es que si explicamos esta estrategia a un niño de 7 a 11 años, no nos va a entender. Pero eso no significa que el niño no pueda aprenderla por sí mismo y, más adelante, cuando su pensamiento lógico-matemático y su capacidad de abstracción estén más desarrollado, pueda aplicarla de forma intuitiva.
Mis consejos para padres son, por tanto, los siguientes:
- Estar al lado del niño mientras juega a Octopuzz, para compartir esa experiencia con él y demostrarle que es algo importante, celebrando sus logros sin menospreciar su trabajo
- No resolver ningún puzzle al niño, incluso aunque lo pida; ver como otra persona es capaz de hacerlo no enseña y puede producir rechazo
- Dejar que el niño descubra las reglas del juego, tanto las explícitas (las piezas solamente se pueden mover en horizontal y vertical hasta ocupar el «agujero»; cada vez que se mueve una pieza desaparece una burbuja) como las implícitas (el número de burbujas es el número de movimientos para resolver el puzzle; cada vez que se enciende una estrella el puzzle se vuelve más difícil)
- Pero explicar las reglas si el niño lo pide; dar un significado físico al juego, explicando que dos piezas no pueden ocupar la misma posición y que una pieza no puede «pasar a través» de otra
- Dejar que el niño supere su frustración; aunque el movimiento no sea correcto, la burbuja va a desaparecer de todas formas, y llegará un momento en que el niño «verá» cual es la solución pero ya no tendrá burbujas suficientes para resolver el puzzle
- Hacer preguntas en lugar de ofrecer soluciones; si el niño se equivoca en un movimiento o no sabe cuál hacer, evitar dar la solución y en su lugar pedir al niño que reflexione y piense sobre lo que va a pasar («¿por qué has movido esa pieza?», «¿qué pasará si mueves esa pieza en lugar de esta otra?», «¿estarás más cerca de la solución?»)
La capacidad de resolución de problemas es una habilidad muy importante en el desarrollo humano. Aunque se asocia fundamentalmente con los campos científicos y tecnológicos, es esencial en cualquier campo. Espero que gracias a estos consejos y a juegos como Octopuzz, vuestros niños puedan comenzar a desarrollarla desde muy corta edad.
– Moisés Friginal
En nuestro caso, nuestros hijos de 3 y 5 años utilizan mucho la memoria visual. Saben que el moflete grande del erizo va en el centro, o que los ojos de la tortuga van a un lado, etc, y a partir de ahí intentan situar las piezas. Los niveles más complejos son demasiado difíciles para ellos, y me piden que los haga yo. No veo que eso sea nada malo, creo que les gusta que el juego sea para los dos (o los tres), estamos compartiendo un juego, y les estoy prestando atención en algo que les gusta. Por otro lado, pedir ayuda es necesario en la vida, y no están frustrados por no llegar hasta el final, conforme se hagan mayores les demostrare que lo pueden hacer ellos solos, bueno, lo comprobarán ellos mismos.
Gracias, Alicia, por tu comentario.
En efecto, los consejos que daba en el artículos sobre el uso pedagógico de Octopuzz están pensando para niños mayores, a partir de 6-7 años, cuando se comienza a desarrollar el pensamiento lógico y se entiende el concepto de causalidad, lo que lleva a desarrollar la capacidad de planificación para resolver problemas.
En niños más pequeños se debe trabajar la memoria visual y la construcción de símbolos, es decir, la capacidad de entender que esas piezas inconexas, que por sí solas no significan nada, al juntarlas forman un dibujo comprensible y coherente. También es la etapa de imitación de conductas, por eso tus hijos prefieren ver cómo tú juegas a Octopuzz para luego poder imitarte. En esta etapa no hay frustración, porque el objetivo del juego es distinto para ellos que para niños más mayores: se trata de obtener diversión viendo cómo las piezas se ordenan para producir un dibujo, no de resolver un problema difícil (ordenar las piezas en el menor número posible de movimientos).
Cuando creamos Octopuzz no pensamos en que se podría aplicar a niños tan pequeños, pero, como siempre sucede, los niños no dejan de sorprendernos. 🙂